El mobbing por WhatsApp se ha convertido en una inquietante forma de acoso en el entorno laboral moderno. Aunque parezca sutil o incluso “invisible” para quienes no lo sufren, esta práctica causa efectos devastadores en la salud psicológica de las víctimas y puede llegar a tener consecuencias legales graves para los acosadores.
Este tipo de acoso no entiende de horarios ni espacios físicos. Con el auge del teletrabajo y la omnipresencia de aplicaciones de mensajería como WhatsApp, el entorno laboral se ha trasladado al smartphone, facilitando así nuevas formas de hostigamiento psicológico, muchas veces invisibilizadas por tratarse de entornos digitales.
¿Qué es exactamente el mobbing por WhatsApp?
El mobbing laboral, o acoso laboral, consiste en una serie de conductas hostiles, repetidas y sistemáticas dirigidas hacia una persona con el fin de degradarla, aislarla, dañarla psicológicamente o provocar su salida del trabajo. Cuando esto se produce a través de medios digitales, como es el caso de WhatsApp, hablamos de ciberacoso laboral.
El mobbing por WhatsApp puede incluir desde el envío de mensajes humillantes, intimidatorios o amenazantes, hasta el aislamiento digital, como dejar fuera intencionadamente a la víctima de un grupo laboral.
Un ejemplo claro lo recoge una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de La Rioja, donde una empleada fue despedida por enviar más de 60 mensajes ofensivos a un compañero durante la madrugada, en los que le increpaba con frases como “muérete” o “conmigo no juega nadie”. Estos actos fueron considerados como acoso laboral, aunque se produjeran fuera del horario de trabajo.
Formas más comunes de acoso laboral por WhatsApp
Este tipo de acoso puede ser mucho más común de lo que pensamos. Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), más del 20% de los trabajadores del mundo ha sufrido alguna forma de acoso laboral.
Las manifestaciones del mobbing por WhatsApp pueden variar en intensidad, pero todas persiguen el mismo objetivo: minar la autoestima y la salud mental de la víctima.
- Mensajes ofensivos o amenazantes: insultos, humillaciones, ironías constantes o manipulaciones emocionales.
- Exclusión digital: dejar fuera a una persona de grupos laborales de WhatsApp o evitar responderle.
- Bombardeo de mensajes: envío masivo de textos para hostigar, presionar o vigilar a la víctima.
- Control del estado ‘en línea’: reproches por no contestar al instante o exigir explicaciones constantes.
- Encargos humillantes: envío de tareas absurdas, excesivas o que no corresponden a su perfil laboral.
- Comentarios públicos en grupos: hacer críticas o burlas delante de todo el equipo laboral.
El mobbing también existe en el teletrabajo
Uno de los errores más frecuentes es pensar que el acoso solo ocurre en oficinas físicas. Pero el trabajo remoto no protege frente al mobbing, todo lo contrario. Las nuevas tecnologías permiten nuevas formas de violencia laboral casi invisibles, como el aislamiento digital.
En entornos de teletrabajo, dejar fuera a un compañero de grupos de chat, no invitarlo a reuniones por videollamada o ignorarlo en correos electrónicos son formas sutiles pero destructivas de acoso. Además, el hecho de estar solos en casa, sin el respaldo de compañeros testigos o pausas para el café, intensifica la sensación de aislamiento de la víctima.
Raquel Blanco, abogada laboralista y profesora en la UOC, señala que incluso el desamparo técnico también puede ser una forma de mobbing, como ignorar las peticiones para resolver fallos informáticos intencionadamente.
¿Qué consecuencias tiene para la salud mental?
El mobbing por WhatsApp, al igual que cualquier forma de acoso, puede tener graves efectos psicológicos y emocionales. Según expertos en salud laboral y psicología, estas son algunas de las secuelas más habituales:
- Trastornos de ansiedad y estrés postraumático
- Insomnio, irritabilidad y síntomas depresivos
- Alteraciones físicas psicosomáticas como dolores de cabeza o problemas digestivos
- Sentimientos de inseguridad, culpa o soledad
- Aislamiento social y profesional
En casos extremos, se han documentado consecuencias tan graves como el fracaso profesional, pérdida de empleo o incluso suicidio.
¿Cómo demostrar legalmente el acoso por WhatsApp?
Una de las principales ventajas (y paradojas) del acoso por WhatsApp es que deja rastro digital. Si se recopilan correctamente, estas pruebas pueden ser fundamentales en una denuncia.
Para iniciar una denuncia, se recomienda:
- Conservar los mensajes completos, incluyendo fechas, horarios y capturas de pantalla.
- No borrar nada aunque los mensajes parezcan inofensivos al principio.
- Si es posible, certificar los mensajes con un perito informático, quien puede garantizar la autenticidad del contenido para el juzgado.
- Guardar audios, vídeos o correos electrónicos vinculados al mismo patrón de acoso.
- Contar con testigos, si existieran, que puedan corroborar un ambiente hostil.
Según el Tribunal Constitucional, los mensajes de WhatsApp pueden usarse como prueba si son aportados por uno de los interlocutores y no se vulneran derechos constitucionales como el secreto de las comunicaciones.
¿Qué sanciones existen para el acosador?
Las consecuencias legales para quien ejerce mobbing varían según el tipo y la gravedad del acoso. El Código Penal español contempla desde multas hasta penas de prisión si se considera que el comportamiento del agresor encaja en delitos como acoso, injurias, amenazas o vulneración de derechos fundamentales.
En el caso de una sentencia conocida en 2021, una mujer fue condenada a un año de cárcel por enviar 500 mensajes con amenazas a un familiar. Aunque no era un entorno laboral, el caso sirve como ejemplo de cómo la justicia ya contempla el uso de WhatsApp como medio para cometer delitos.
En el ámbito laboral, las empresas también pueden proceder a despidos disciplinarios cuando se comprueba un comportamiento hostil e intimidatorio continuado a través de esta aplicación.
¿Qué debe hacer una víctima de mobbing digital?
Si sospechas que estás siendo víctima de acoso laboral a través de WhatsApp, estos son los pasos recomendados:
- Reconoce y acepta la situación. Identificar que se trata de un patrón de hostigamiento es el primer paso para cortar el ciclo.
- Recoge todas las pruebas posibles: mensajes, imágenes, vídeos y audios.
- Acude a los canales internos de tu empresa: recursos humanos o protocolo contra el acoso.
- Busca apoyo legal. Consulta con un abogado especializado en derecho laboral o penal.
- Solicita ayuda psicológica si lo necesitas. El daño mental puede no ser visible, pero es igual de importante.
Recuerda que, además, todas las empresas están obligadas por ley a contar con protocolos antiacoso, incluso si el entorno es de trabajo remoto.
El mobbing por WhatsApp es una realidad cada vez más extendida, silenciosa y destructiva. El hecho de que ocurra a través de una pantalla no lo hace menos dañino; al contrario, puede volverse aún más invisible. Reconocer las señales, actuar a tiempo, reunir pruebas y apoyarse en la ley son pasos clave para frenar este tipo de violencia laboral. La tecnología, usada correctamente, también puede ser una herramienta de defensa para proteger la dignidad y la salud mental de los trabajadores.