Se acabó, al menos durante 10 años, la guerra de patentes entre Apple y HTC. La compañía taiwanesa fue la primera fabricante de smartphones con Android que recibió el ataque de Apple en los tribunales por violar patentes de la compañía americana. Las relaciones no iban bien desde hace años. No obstante, ahora, de raíz, se ha acabado con el problema, firmando una tregua que los alejará de los juzgados durante 10 años. ¿El motivo? Apple podría tener miedo a Samsung, y le va a dar competencia.
El anuncio lo ha hecho oficial HTC, quienes han notado ipso facto las consecuencias del mismo. Y es que, su valor en bolsa ha subido un 24,5%. No obstante, todavía no ha alcanzado el 80% del valor máximo al que se llegó durante el mes de abril. Aun así, son unos datos muy positivos, que les permitirá seguir creciendo durante los próximos 10 años. Su futuro cercano está asegurado ahora mismo, y su futuro a largo plazo dependerá de la capacidad de la compañía para desarrollar buenos productos y tecnologías.
En cualquier caso, no se conocen los detalles con los que se ha cerrado el acuerdo entre Apple y HTC. Económicamente, según parece, no habrá ningún tipo de movimiento, por lo que el acuerdo dependería de otros factores. Es difícil saber cuáles son estos teniendo en cuenta que se trata de Apple y que está renunciado a poder defenderse del uso indebido de patentes por parte de HTC durante la próxima década. No obstante, encajaría mucho que todo estuviera basado en el miedo al éxito de Samsung.
La compañía surcoreana ya no solo domina el mercado Android, sino también el de los smartphones. Apple se ha dado cuenta de que el rival real no es Google, ni Android en sí mismo, sino los fabricantes, que al fin y al cabo son los que venden los móviles. Android es un sistema operativo que se ha impuesto, es un estándar, y no podrán acabar con él, pero sí se pueden limitar a hacer débiles a los distintos fabricantes o, al menos, haciéndoles competir entre ellos. Hasta el momento parecía que esto era una guerra entre los fabricantes que usaban Android y Apple, y Samsung era la que estaba sacando mayor provecho de todo esto.
Sin embargo, la compañía del difunto Steve Jobs ha visto lo que tiene que hacer para acabar con el dominio de la empresa surcoreana. Samsung se enfrenta a una de las situaciones más difíciles. Cuando uno va delante y marca el camino debe hacer las cosas mucho mejor que cuando va siguiendo a otro. Para colmo, Sony pasa por su mejor momento desde que adquirió la porción de la compañía que pertenecía a Ericsson. LG vive una época dulce con el esperado éxito del Nexus 4. Motorola ya forma parte de Google y tiene grandes esperanzas de cara al futuro. Todas estas, son amenazas importantes para los asiáticos. HTC era la única que estaba pasándolo realmente mal, a pesar de haber sido en el pasado una de las grandes.
Pues bien, lo que acaba de hacer Apple, en realidad, es dar vía libre a HTC para que haga lo que quiera. No tendrán que invertir en su división legal, por lo que todo ese dinero irá al desarrollo de smartphones. Samsung, por su parte, tendrá que seguir enfrentándose a duras y costosas batallas legales, además de estar limitada a la hora de desarrollar sus móviles y tablets, por miedo a que Apple los pueda demandar. Digamos que HTC se ha quitado todas las cargas, y ahora tiene libertad total. En nuestra opinión, el movimiento de los de Cupertino busca el crecimiento de los taiwaneses, con el objetivo de que se conviertan en un serio rival de Samsung, y les hagan perder cuota de mercado, algo ideal para Apple, que ha perdido valoración últimamente..
Antecedentes legales: qué se disputaba y por qué importaba

El conflicto entre ambas compañías se fraguó alrededor de patentes clave relacionadas con la interfaz de usuario, la arquitectura del sistema y componentes de hardware. Apple llegó a acusar a HTC de infringir hasta veinte patentes en diferentes productos, una ofensiva que marcó el inicio de su estrategia de presión sobre fabricantes Android. Steve Jobs justificó entonces esa vía legal con un mensaje contundente sobre la necesidad de defender la innovación propia frente a imitaciones.
Entre los episodios más sonados estuvo el dictamen de la Comisión de Comercio Internacional de EE. UU. (ITC) que identificó infracciones en funciones como el tap-to-call (pulsar sobre un número en un email o SMS para llamarlo o guardarlo), lo que obligó a HTC a modificar software y gestionar parones temporales en ventas de ciertos modelos. Este tipo de resoluciones evidenciaba el coste operativo de litigar: retrasos en lanzamientos, incertidumbre comercial y gasto en defensas técnicas para sortear vetos.
Qué incluye la tregua Apple–HTC
El pacto entre ambas empresas supuso la retirada global de todos los litigios abiertos y la firma de un acuerdo de licencias por 10 años que abarca patentes presentes y futuras de ambas partes. Los términos específicos permanecen confidenciales, pero los mensajes desde la dirección fueron claros: tanto Apple como HTC subrayaron que, a partir de ese momento, el foco sería la innovación en productos y no la sala de vistas.
Distintas casas de análisis apuntaron que el acuerdo probablemente implicaba regalías asumibles por HTC, con un impacto limitado en el corto plazo gracias a provisiones previas. Incluso se llegó a estimar que la compañía había dotado hasta 200 millones de dólares para afrontar esta disputa, amortiguando así el golpe financiero del cierre negociado. Además, se despejó el mayor riesgo: evitar un escenario de prohibición de ventas en mercados clave como el estadounidense.
Efecto mercado: por qué los inversores aplaudieron
Al aclararse la incertidumbre legal, el mercado reaccionó de inmediato: la subida en bolsa de HTC reflejó la lectura de que la empresa pasaba de una dinámica defensiva a poder reorientar recursos hacia I+D, diseño y marketing. Firmas como Morgan Stanley ya habían señalado que los litigios estaban forzando a HTC a posponer lanzamientos y reconfigurar su estrategia comercial. Con la tregua, esa fricción desaparecía.
Con todo, no faltaron voces que interpretaron el pacto como una muestra de que Apple no veía a HTC como un competidor prioritario frente al empuje de Samsung. En paralelo, la propia HTC venía sufriendo una erosión de su cuota global, presionada por el duopolio Apple–Samsung en la gama alta y por fabricantes chinos de bajo coste en los segmentos medios. Datos de consultoras como IDC reflejaron que su participación llegó a bajar desde dobles dígitos hasta niveles en torno al 4% en determinados periodos, señal del reto que tenía por delante.
La guerra de patentes, más allá de Apple y HTC
El caso Apple–HTC es una pieza dentro de una disputa global que involucró a los grandes actores de la movilidad en decenas de jurisdicciones. Apple y Samsung, por ejemplo, se han visto las caras en más de veinte países, con decisiones cruzadas que en algunos momentos incluso llegaron a afectar a la venta de productos antiguos en mercados estratégicos. Los jueces han recomendado en no pocas ocasiones explorar acuerdos extrajudiciales por la complejidad y coste de estos procesos.
Incluso gigantes como Apple y Google han optado por rebajar tensiones en frentes concretos, aparcando litigios relacionados con Motorola Mobility y comprometiéndose a cooperar en propuestas de reforma del sistema de patentes. Ese tipo de entendimientos no implican licencias cruzadas, pero sí envían un mensaje: el exceso de litigios puede frenar la innovación, sobre todo cuando los modelos afectados ya están desfasados respecto a los ciclos de producto actuales.
Un elemento adicional es el papel de los llamados trolls de patentes, entidades que compran carteras con fines puramente litigiosos. La presión de estos actores llevó a la Administración estadounidense a impulsar medidas como el America Invents Act y propuestas para elevar el listón de demandas “frívolas” y exigir más transparencia sobre la titularidad real de las patentes en disputa. Estas iniciativas buscan reducir el ruido legal y proteger a los innovadores frente a tácticas de bloqueo.
Más allá de la técnica, también hay frentes de marca. El caso iFone/iPhone en México ilustra cómo las batallas por denominaciones comerciales pueden prolongarse durante años y obligar a las compañías a maniobrar con categorías de registro, usos previos y estrategias de reputación.
Implicaciones estratégicas para Apple, HTC y el ecosistema
Para Apple, descargar el frente con HTC, mientras mantiene la guardia frente a Samsung, equilibra la balanza competitiva del universo Android: favorece que otros fabricantes disputen cuota a la firma surcoreana. Para HTC, la paz legal permite invertir donde más retorno obtiene un fabricante: producto, cámara, batería, software propio y relaciones con operadoras.
En paralelo, el tablero de patentes ha sido también un campo para movimientos corporativos de enorme calado. Google adquirió Motorola Mobility por alrededor de 12.500 millones de dólares principalmente por su cartera de patentes, y tiempo después vendió la unidad de hardware a Lenovo por aproximadamente 2.900 millones, reteniendo miles de activos de propiedad intelectual. Estas operaciones evidencian que las patentes son moneda estratégica tanto como los productos.
El pacto Apple–HTC encaja así en una tendencia a priorizar la licenciamiento y la cooperación limitada sobre el choque frontal permanente. Cuando un acuerdo asegura 10 años de certidumbre, el horizonte para planificar hojas de ruta se despeja y el usuario final suele salir beneficiado con ciclos de innovación más fluidos y menos interrupciones por vetos.
Lo que subyace a esta tregua es la constatación de que, en movilidad, la diferenciación sostenida es más efectiva que la judicialización constante. Apple, HTC y el resto del ecosistema han tomado nota: ganar en el mercado exige productos mejores, no solo mejores abogados.
