Existen aplicaciones que son de un uso habitual e, incluso, intensivo. Dos claros ejemplos de esto son el navegador de Internet (generalmente Chrome) y WhatsApp, que el 90% de los usuarios tienen instaladas en su Android y que no suele pasar un día sin que se les dé uso de algún tipo. Pero, esto, no es precisamente una norma… todo lo contrario.
La gran cantidad de aplicaciones Android que existen, ya sea en la tienda Play Store o cualquier otra (como por ejemplo la de Amazon) o al instalar aplicaciones fuera de la Play Store, ha llevado a que el mercado de estos desarrollos sea especialmente volátil y muy poco estable. Es cierto que las descargas se multiplican mes a mes -casi al mismo ritmo que crece el mercado de dispositivos con el trabajo de Google-, pero se ha realizado un estudio en el que se demuestra que la fidelidad de los usuarios a la inmensa mayoría de los desarrollos es realmente bajo.
Tanto es así, que como se puede ver en el gráfico que dejo tras este párrafo, se puede ver que una vez que se pasan las primeras 72 horas en las que está instalada una aplicación en el terminal Android, esta deja prácticamente de utilizarse (exceptuando las que se consideran básicas, como las que antes he indicado). Por lo tanto, aquí hay un problema que se debe atajar y que no tiene absolutamente nada que ver con Google en este caso.
La verdad es que si no se mejora esto, la consecuencia lógica es que pese a que hablamos de una descargas mensuales en Play Store que crecen a ritmo de al menos 10.000 mensuales, no tendrán una gran efectividad para los desarrolladores ya que el negocio de ingreso por publicidad no se puede mantener muy bien con los datos que se han conocido.
¿Qué convierte a muchas apps en “usar y tirar”? Suele influir el efecto novedad, la poca utilidad recurrente, la falta de espacio y problemas de estabilidad. Un ejemplo claro son las micro‑utilidades como las apps de dados: hay opciones que permiten lanzar de 1 a 10 dados (10 Dados), otras con tiradas simultáneas de hasta cinco y minijuegos (Dados 3D Gratis), variantes similares con interfaz anticuada (Agita dados 3D) o una versión minimalista que solo muestra el resultado (Dados). Para juegos de rol, “Dados de rol” añade dados de 4, 8, 10, 12 o 20 caras. Incluso existen juegos basados en dados como Yatch, YahtZee, Dice me online o Dice with Buddies, y una app de dados “free” que muestra la suma, sacude hasta 6 dados a la vez, presume de gráficos modernos, funciona en Android TV y smartwatch, y vive de anuncios que se pueden quitar con un pago único in‑app. Este tipo de utilidades cumplen, pero muchas veces no generan hábito.
Otra causa de abandono es la gestión del almacenamiento. Para evitar desinstalaciones impulsivas, conviene usar herramientas fiables. SD Maid encuentra restos de apps, cachés, archivos duplicados y optimiza bases de datos (su versión Pro es de pago). Google Files limpia memes y vídeos pesados, sugiere apps que no usas y no abusa de anuncios. CCleaner elimina basura, detecta fotos borrosas y permite comprimir imágenes. Desde Google Play (Mis aplicaciones y juegos > Instaladas > Almacenamiento) puedes ver qué aplicaciones ocupan más y cuándo las abriste por última vez para desinstalar en lote sin dar permisos extra. En WhatsApp, su gestor de almacenamiento localiza reenviados muchas veces y vídeos grandes. Si te resistes a borrar, Panda Video Compressor reduce el tamaño de los vídeos y puede reemplazar el original; para música, M4A Audio Converter rebaja el peso de tus MP3 manteniendo una calidad aceptable.
La estabilidad también pesa en la retención: si una app se bloquea o no responde, el usuario la abandona. Buenas prácticas rápidas: reiniciar el teléfono; actualizar Android desde Ajustes > Sistema > Actualización del sistema; actualizar la app en Play Store; forzar detención y borrar caché/datos (la caché es un alivio temporal); sincronizar fecha y hora desactivando/activando la zona automática; desinstalar y reinstalar; y si persiste, contactar con el desarrollador. Reducir fallos disminuye el churn.
En contraste, hay apps que evitan ser “de usar y tirar” por su propuesta de valor. El caso de Too Good To Go muestra cómo un propósito claro fideliza: su app funciona como marketplace para salvar excedentes de tiendas, cafeterías y restaurantes. El flujo es simple: exploras el mapa, eliges una Bolsa Sorpresa con comida no vendida, con precios que pueden partir de importes muy bajos, confirmas la compra para reservar y recoges en el horario establecido. Aporta ahorro, variedad (negocios locales y marcas conocidas), e impacto ambiental: cada bolsa evita alrededor de 2,7 kg de CO2e. En un mundo donde se desperdicia cerca de un tercio de los alimentos, reducir ese desperdicio es una de las acciones más efectivas contra el cambio climático. Cuando una app resuelve un problema real y cotidiano, la retención crece.
¿Te ocurre en tu Android?

Visto el informe y lo comentado, nos gustaría saber si esta forma de proceder con las aplicaciones Android ocurre contigo y, lo que es más importante, cuáles son las razones si es así. ¿Mala calidad de los desarrollos? ¿Poca utilidad de estos en tu Android? ¿El efecto novedad, que es muy difícil de resistirse a él?
Sea como fuere, lo que parece innegable es que con los ratios de tiempo de uso que existen de las aplicaciones, se debe buscar una fórmula para que esto cambio ya que, en caso contrario, no creo que muchas de las desarrolladores puedan mantenerse en el mercado. ¿Qué opináis?
Si priorizas valor práctico, cuidas la experiencia (estabilidad, limpieza de almacenamiento) y conectas con un propósito, tu app tendrá menos papeletas de ser abandonada a las 72 horas; como usuarios, con herramientas de limpieza y diagnósticos básicos, también minimizamos la necesidad de desinstalar por impulso.

