ParecĂa un proyecto prometedor, aunque lo cierto es que en distintos periodos quedĂł algo en el olvido. Hablamos de Project Ara, aquel sueño entre Google y Motorola por crear un mĂłvil modular. ÂżDĂłnde está ahora ese mĂłvil? No queda muy claro, pero lo que sĂ está más claro es que los mĂłviles modulares abrieron un debate que hoy sigue vivo: sostenibilidad, reparabilidad y personalizaciĂłn.
Project Ara
Project Ara no era ni siquiera un proyecto que naciera en Motorola de forma aislada. La compañĂa se interesĂł por Phonebloks cuando estos trabajaban en la idea de lanzar un mĂłvil realmente modular. Por entonces, Motorola formaba parte de Google, y parecĂa claro que Google impulsarĂa la modularidad, aunque por medio de su filial. Más tarde Motorola pasĂł a manos de Lenovo, pero Google se quedĂł con los proyectos de innovaciĂłn, como Ara. A partir de ahĂ, sucediĂł como con otras iniciativas de Google a lo largo del tiempo: picos de visibilidad intercalados con fases de silencio, al estilo de lo ocurrido con otros gadgets experimentales.
En determinados momentos se le dio mucha relevancia, y en otros tuvo tan poca presencia que uno ya no sabĂa ni en quĂ© punto quedaba. De hecho, ÂżquĂ© hay de los plazos que se prometieron para Project Ara? Se hablĂł de prototipos y pilotos, pero nunca llegĂł un modelo comercial. No obstante, los mĂłviles modulares no están muertos, sino más bien todo lo contrario: el concepto ha evolucionado hacia formatos más viables, con foco en la reparabilidad y la ampliaciĂłn por accesorios.

La visiĂłn de Ara fue ambiciosa: un esqueleto (endosqueleto) con huecos para mĂłdulos como cámara, baterĂa, altavoces o sensores, que se acoplaban y expulsaban con mecanismos magnĂ©ticos y seguros, incluso con comandos de voz. En una iteraciĂłn avanzada, el chasis principal integraba pantalla, procesador y memoria, dejando la modularidad a elementos perifĂ©ricos; un compromiso para garantizar usabilidad y simplificar el diseño. Aunque aquella visiĂłn no llegĂł al mercado, marcĂł un antes y un despuĂ©s, inspirando a fabricantes y startups.
LG G5, el primer mĂłvil modular
El valor de aquel enfoque fue haber puesto la modularidad en manos del consumidor de forma directa. Si bien la fĂłrmula no se repitiĂł en sucesores, propiciĂł una conversaciĂłn de fondo: ÂżquĂ© pide el usuario real? Más autonomĂa, mejor sonido, buenas cámaras y facilidad para arreglar lo que se rompe. Ese giro ha sido clave para entender la evoluciĂłn posterior.
Motorola vuelve con los mĂłdulos
Lo más curioso es que Motorola volverĂa al mundo de los mĂłviles modulares con la familia que introdujo los Moto Mods, ya bajo el paraguas de Lenovo. La idea era simple y potente: el telĂ©fono contaba con un conector de pines Pogo y un sistema magnĂ©tico trasero para acoplar mĂłdulos externos: baterĂas, altavoces, proyectores, cámaras y otros accesorios. La soluciĂłn, más simple que la de LG, tenĂa ventajas claras: mĂłdulos compatibles con distintas generaciones y cambios instantáneos sin abrir el telĂ©fono.
Este enfoque demostrĂł que la modularidad por accesorios podĂa funcionar mejor a nivel práctico que la modularidad completa de los componentes internos. Sin embargo, tambiĂ©n se enfrentĂł a desafĂos: precio de los mĂłdulos, distribuciĂłn limitada y dependencia del Ă©xito del propio telĂ©fono base. Pese a ello, dejĂł una herencia valiosa en diseño, ecosistema y compatibilidad.

Otras aproximaciones: Fairphone, ZTE, Essential, Puzzlephone y más
Más allá de los grandes, el mapa de la modularidad se fue llenando de propuestas con distintos niveles de ambiciĂłn. Fairphone, desde una visiĂłn Ă©tica y sostenible, se centrĂł en mĂłviles fácilmente reparables y con actualizaciones de software longevas. Su enfoque no pretende cambiar la CPU o la pantalla a capricho, sino facilitar el recambio de cámara, altavoces, baterĂa o puerto de carga con herramientas mĂnimas, impulsando la economĂa circular y el derecho a reparar.

En el terreno conceptual, ZTE presentĂł la idea Eco-Mobius, que exploraba un esquema donde se pudieran intercambiar panel, baterĂa, cámara, RAM o procesador. TambiĂ©n hubo propuestas como Puzzlephone, con tres bloques clave (procesamiento+cámara, pantalla y baterĂa) para ir sustituyendo lo que hiciera falta sin tirar lo que aĂşn sirve. Y Essential intentĂł un sistema de accesorios magnĂ©ticos, con mĂłdulos como cámara 360, siguiendo una lĂnea de mĂłdulos discretos.
Incluso se barajĂł en ámbitos de I+D la posibilidad de que compañĂas de internet soñaran con dispositivos modulares propios y ecosistemas de accesorios inteligentes, aunque pocas de esas ideas saltaron del laboratorio a la tienda. Otro capĂtulo lo ocupa Xiaomi, que registrĂł una patente con un terminal en tres secciones (mĂłdulo superior con cámaras y placa base, mĂłdulo central de baterĂa y mĂłdulo inferior con conectividad y altavoces). El objetivo era combinar piezas para ampliar capacidades sin reemplazar el dispositivo completo, una vĂa interesante que no llegĂł a materializarse como producto comercial masivo.

Por qué no cuajó la modularidad total y cómo ganó terreno la reparabilidad
La viabilidad de un mĂłvil con piezas intercambiables como un PC presenta retos de ingenierĂa: compatibilidades elĂ©ctricas y mecánicas, limitaciones de espacio, sellado contra polvo y agua, consumo y disipaciĂłn tĂ©rmica, además de la fragmentaciĂłn del software para soportar mĂłdulos variables. A ello se suman costes, logĂstica de inventario, certificaciones y la necesidad de un ecosistema de terceros lo bastante grande como para sostener la propuesta.
En paralelo, el mercado siguió priorizando diseños ultracompactos y sellados, con altas certificaciones de resistencia. Ese camino choca con la modularidad total: más aperturas y anclajes suponen mayores compromisos en grosor, peso o estanqueidad. Al mismo tiempo, el consumidor medio valora más la mejora integral cada generación que el despiece fino, y eso redujo tracción comercial.
Aun asĂ, no todo quedĂł en nada. La conversaciĂłn impulsĂł polĂticas y movimientos para que reparar sea más fácil. Programas de autorreparaciĂłn para cambiar pantalla, baterĂa o cámara sin perder garantĂa, y fabricantes que se suman a la tendencia, han vuelto más realista la idea de telĂ©fono duradero. A esto se suma la presiĂłn regulatoria hacia baterĂas reemplazables y periodos de actualizaciĂłn de software más largos en Android, lo que crea un caldo de cultivo para que los mĂłviles duren más.

El resultado de todo este proceso es una sĂntesis: quizá no veremos, a corto plazo, telĂ©fonos en los que el usuario actualice CPU o GPU como en un PC, pero sĂ una amplia adopciĂłn de diseños reparables con mĂłdulos de cámara mejorables, puertos de carga reemplazables, altavoces y baterĂas accesibles, y accesorios modulares que expanden funciones sin complejidad interna.

No deberĂamos olvidarnos de Project Ara. En Google se trabaja y se deja de trabajar en proyectos segĂşn prioridades, pero si el mercado de los mĂłviles se llena de propuestas reparables y accesorios modulares, el interĂ©s por la modularidad regresa cada cierto tiempo. Puede que, si se retoma, llegue en una versiĂłn más simple y compatible con los estándares actuales. Sea como sea, poco a poco será más comĂşn que los mĂłviles tengan mĂłdulos extras o piezas fácilmente sustituibles. Ya lo hemos visto en otros formatos, como cámaras adicionales que se fijan a la carcasa, como la funda Lens Cover del Samsung Galaxy S7, por ejemplo, por lo que no serĂa nada raro verlo en muchos más smartphones en el futuro.


