Criticadme lo que queráis, pero tengo que decirlo. Esto no son móviles modulares, por mucho que se nos quieran vender como tal. Y no hablo solo de Lenovo, hablo también de LG y de todas las que después lo vayan a intentar. Realmente, esto no va mucho más allá de lo que son los móviles con accesorios. Incluyen un puerto especial, pero ni siquiera eso es una novedad.
Nada nuevo

Nada de lo que hemos visto supone una verdadera novedad en el mercado, no es más que cosas parecidas a lo que habíamos visto hasta el momento, aunque con un nuevo punto de vista, y en algunos casos un nuevo punto de vista no del todo acertado. Un altavoz que se fija al smartphone y hace que suene más fuerte. Un proyector que se fija al smartphone, e incluso una carcasa, a esto también lo podemos llamar módulo. Una carcasa de la que prefiero prescindir para que mi móvil sea más fino, por cierto. Altavoces externos, proyectos no muy útiles, e incluso la futurible cámara que se incorporaría al catálogo de Moto Mods. Poca novedad aquí. Ya vimos las cámaras externas de Sony, cuya función es parecida, y cuyo acabado no cambia mucho.
En este terreno, algunos fabricantes han sido algo más inteligentes con la experiencia de uso: soluciones magnéticas que no requieren desmontar partes del teléfono y que funcionan de modo plug and play. Sin embargo, se topan con el mismo muro: precio elevado por cada accesorio y utilidad cuestionable dependiendo de la persona. Añadir un altavoz, una batería o un proyector puede ser cómodo, pero pocas veces resulta decisivo frente a comprar un accesorio externo universal más barato. En la práctica, nunca existió una «época dorada» de la modularidad comercial: los catálogos iniciales generaron expectación, pero no alcanzaron masa crítica ni continuidad.

Móviles modulares

Cuando comenzamos a hablar de los móviles modulares de verdad fue con Project Ara. Un proyecto, por cierto, de Motorola, después de la compra de Phone Bloks, y cuando todavía formaba parte de Google. El usuario tenía, o tendrá, si de verdad el proyecto llega a buen puerto, la posibilidad de elegir la pantalla, la cámara, la memoria, el procesador, la batería, e incluso de sustituir estos módulos por otros con más batería, más memoria, una mejor cámara, o prescindir de algunos de ellos para compensar por otros. Por ejemplo, menos memoria, o incluso prescindir de la cámara, para tener una batería con el doble de capacidad. Esa sí era la idea de un móvil modular. Pero no sé si podemos aceptar como modular una batería que se fija a un smartphone, pues al fin y al cabo hay fundas que tienen precisamente esa misma función, y nunca las hemos llamado módulos.
Para que no haya dudas, conviene fijar definiciones claras, porque no es lo mismo un smartphone modular que uno con accesorios modulares:
- Smartphone modular: el propio teléfono se construye por módulos intercambiables por el usuario (pantalla, cámara, procesador, batería, almacenamiento, etc.) sin herramientas especiales. Cambiar un módulo sustituye componentes del sistema y altera sus capacidades básicas.
- Smartphone con accesorios modulares: el teléfono es convencional y se le acoplan módulos externos específicos del fabricante (altavoz, batería adicional, grip de cámara, proyector…) que añaden funciones, pero no reemplazan componentes internos como la cámara o el procesador.
- Smartphone reparable: dispositivos que priorizan la reparabilidad y permiten cambiar fácilmente piezas de desgaste como batería, pantalla, puerto de carga o cámaras, generalmente con tornillería estándar y guías. Es modular en el sentido práctico de reparación, no en el de ampliación libre tipo “Lego”.
Project Ara se planteó como el máximo exponente del primer caso, con un esqueleto base y módulos conectados mediante interfaces estandarizadas de alta velocidad (como UniPro y pines magnéticos). Frente a él, soluciones como los Moto Mods o los llamados “amigos” de LG pertenecen al segundo grupo: accesorios certificados para un modelo de teléfono que amplían usos concretos.

Ejemplos reales y aprendizajes

Los casos más conocidos de accesorios modulares integrados han sido los Moto Mods y los LG Friends. Los primeros se acoplaban magnéticamente a la trasera del teléfono y activaban sus controladores de manera automática (altavoz JBL, proyector, batería extra, módulo fotográfico con zoom óptico, carcasas de diseño…). Los segundos proponían una base extraíble para añadir un grip de cámara, audio Hi‑Fi o una batería adicional. La experiencia era cómoda y realmente plug and play en muchos escenarios, pero el catálogo no terminó de escalar y los precios limitaron su adopción.
Más recientemente, han aparecido propuestas que buscan un término medio y se alejan de la idea de reemplazar piezas internas. Un ejemplo es la aproximación con conectores magnéticos y «outfits» que añade carcasas inteligentes con funciones (luz de relleno para la cámara, carga inalámbrica, cubiertas más resistentes) sin desmontar el teléfono. Otra línea interesante es la de CMF by Nothing con un teléfono que integra una carcasa trasera intercambiable y un dial giratorio para enganchar accesorios como correa o soporte: personalización real, pero no modularidad de componentes.
En el plano de la investigación, algunas patentes de grandes fabricantes han descrito móviles divididos en tres bloques (zona superior con cámaras y placa, zona central con batería y módulo inferior con puertos y altavoces). Incluso se han visto prototipos como el primer prototipo de Motorola y diseños con pantallas extraíbles que pueden funcionar de forma independiente. Son ideas sugerentes, pero siguen siendo laboratorio si no llegan a producción.
La otra cara de la moneda es el movimiento de los móviles reparables. Fairphone ha demostrado que se puede priorizar la reparación por el usuario, ofrecer módulos de cámara mejorados tiempo después del lanzamiento y mantener largos ciclos de actualizaciones. A cambio, hay compromisos de diseño: mayor grosor, sellado más complejo y, en ocasiones, resistencia al agua inferior a la de teléfonos sellados.

Además, los grandes del sector han abierto programas de autorreparación con piezas originales y manuales oficiales. Este avance, impulsado también por la regulación, reduce la presión para que la modularidad total sea la única vía hacia la sostenibilidad, al tiempo que facilita arreglos como batería o pantalla sin tener que cambiar de móvil.
Quizás el futuro me quite la razón

La experiencia en el mercado demuestra que el ecosistema y el precio lo son casi todo. Si los módulos son caros y su utilidad no es clara, los usuarios los usan poco y los desarrolladores pierden interés. Incluso en los diseños de accesorios mejor integrados, el catálogo inicial entusiasma, pero la continuidad y la retrocompatibilidad acaban determinando su supervivencia. Además, la compatibilidad intergeneracional es clave: si los módulos dejan de servir al renovar el móvil, el incentivo se desploma.
Han surgido, eso sí, aproximaciones más pragmáticas que buscan el término medio: teléfonos con conectores magnéticos y «outfits» o carcasas inteligentes para añadir funciones de forma sencilla (desde luces de relleno para la cámara hasta carga inalámbrica o carcasas más resistentes), y propuestas de con accesorios atornillables o fijados por un dial para personalizar el teléfono y su usabilidad. No son la modularidad total de Ara, pero sí aportan personalización real y cierta ampliación funcional sin complicaciones.
En paralelo, crece el movimiento por el derecho a reparar y los fabricantes que apuestan por móviles más fáciles de abrir y reparar, con piezas accesibles y documentación. Este enfoque no convierte a esos móviles en “Ara”, pero sí alarga su vida útil reduciendo residuos y costes de mantenimiento. Para muchos usuarios, poder cambiar una batería, un puerto o incluso un módulo de cámara por uno mejor homologado ya es suficiente ventaja.

Un proyecto Open-Source
Los móviles modulares deben ser como Android. No puede ser que cada fabricante tenga su propio sistema modular, sus propios conectores… así nunca podremos tener módulos realmente útiles. Nadie querrá diseñar y fabricar módulos para diferentes móviles. Y más cuando puede que el móvil del año que viene, el LG G6 o el Moto Z2, no sean compatibles con estos módulos. Sin embargo, imaginemos que todo lo gestiona Google, y que establece un proyecto de móviles modulares que los fabricantes pueden integrar en sus smartphones. Los desarrolladores de módulos lanzarían módulos que se podrían utilizar en smartphones de todas las marcas, y Google se encargaría de ir estableciendo generaciones, porque siempre momentos en los que unos módulos dejarán de ser compatibles. Pero esto se sabrá igual que se sabe cuando un móvil no actualiza a una nueva versión.
Más allá de quién lo lidere, el camino razonable pasa por un estándar abierto: especificaciones públicas para los puertos (pines magnéticos, alimentación, comunicación tipo UniPro o similares), dimensiones y protocolos de control, con una gestión de generaciones clara (compatibilidad mínima garantizada durante varios ciclos). Eso haría viables catálogos transversales y estimularía a terceros a invertir en módulos (cámaras, audio, redes, sensores especializados…) sabiendo que su mercado abarca múltiples marcas y modelos.
El enfoque abierto también desbloquea ventajas sistémicas:
- Sostenibilidad: extender la vida del hardware con actualizaciones por módulos y facilitar reparación reduce residuos electrónicos.
- Competencia y variedad: más actores construyendo módulos impulsa la innovación en nichos (salud, gaming, fotografía, trabajo de campo…).
- Costes contenidos: economías de escala al fabricar módulos compatibles con varios teléfonos, con precios más razonables que los de accesorios propietarios.
Los riesgos existen. Un estándar mal gobernado puede derivar en fragmentación y confusión para el usuario; la miniaturización extrema y la estanqueidad complican la ingeniería de módulos intercambiables; y sellar el teléfono suele ayudar a la resistencia al agua y a adelgazar el chasis. Por eso muchas marcas han preferido los «accesorios modulares» o la reparabilidad mejorada frente a la modularidad total.

Creo que es el único camino para los móviles modulares. La idea es buena, sí. Pero también creo que los relojes inteligentes están ya muy cerca de empezar a sustituir a los smartphones, y que llegarán a consagrarse antes de que estos móviles modulares tenga éxito. Si tuviera que realizar una afirmación, diría que los móviles modulares serán la última gran innovación en el mundo de los móviles que nunca llegará a convertirse en una realidad. Quizás me equivoque.
Mirando el panorama completo, las piezas encajan así: los accesorios modulares ofrecen comodidad y personalización inmediata con el peaje del precio y la dependencia del fabricante; la reparabilidad se afianza como respuesta real a la obsolescencia elevando la vida útil; y la modularidad total sigue siendo ese horizonte inspirador que solo despegará si nace un estándar abierto, bien gobernado y económicamente atractivo para usuarios y desarrolladores. Hasta que no ocurra, lo más honesto es llamar a cada cosa por su nombre.



