Meta Platforms vuelve a estar en el centro de la polémica tras conocerse que se celebrará un nuevo juicio en Estados Unidos con el objetivo de decidir si debe desprenderse de dos de sus principales servicios: Instagram y WhatsApp. Esta acción legal parte de una ofensiva judicial liderada por la Comisión Federal de Comercio (FTC, por sus siglas en inglés), organismo que ya llevaba años intentando cuestionar las adquisiciones realizadas por la empresa californiana.
El caso, que representa uno de los mayores retos legales para la compañía dirigida por Mark Zuckerberg desde su fundación, pone bajo la lupa la manera en que Meta consolidó su dominio en el ámbito de las redes sociales. La FTC busca argumentar que estas compras no tuvieron como único fin mejorar los servicios o expandir su cartera. Por el contrario, formaron parte de una estrategia deliberada para eliminar a potenciales competidores antes de que pudieran suponer una amenaza real.
Meta enfrenta un juicio que se remonta años atrás
Las adquisiciones de Instagram en 2012 y WhatsApp en 2014 fueron aprobadas en su momento por las autoridades regulatorias y vistas con relativo optimismo. Sin embargo, con el paso del tiempo, ambas plataformas crecieron hasta convertirse en piezas claves del imperio digital de Meta. Estas operaciones levantaron sospechas dentro del entorno jurídico y tecnológico respecto a su impacto en la competencia.
Tras varios intentos frustrados por la FTC para iniciar el proceso, en 2020 el organismo presentó una demanda que fue desestimada por falta de pruebas. No obstante, la comisión reformuló y reforzó su caso en 2021, con nuevos argumentos y mayor respaldo documental, lo que finalmente permitió al tribunal admitirlo a trámite.
Lo que está en juego para Meta con este juicio
La batalla legal que se avecina podría tener consecuencias muy relevantes en el panorama tecnológico global. Si el juicio concluyera en favor de la FTC, Meta se vería obligada a deshacerse de Instagram y WhatsApp, lo que no solo afectaría a su posición dominante en redes sociales sino también a su modelo comercial basado en la recopilación de datos y publicidad dirigida.
Los analistas advierten que una eventual escisión supondría una reorganización sin precedentes en el sector tecnológico, reconfigurando las relaciones entre plataformas y modificando cómo los usuarios interactúan con ellas. Además, afectaría al mercado publicitario digital, en el que Meta posee una cuota significativa junto con Google.
Acusaciones centradas en el monopolio
En el epicentro de la demanda está la acusación de que Meta utilizó su posición para asfixiar la competencia. Según la FTC, en lugar de innovar de forma interna, la compañía optó por adquirir a posibles rivales durante sus primeras etapas de desarrollo, evitando así que surgieran nuevas alternativas para los consumidores.
El organismo norteamericano subraya que Instagram y WhatsApp, cuando fueron compradas, ya mostraban un crecimiento sólido y capacidades únicas que podrían haber derivado en una competencia directa con Facebook. Al adquirirlas, Meta consolidó su hegemonía al controlar las plataformas preferidas por diferentes segmentos demográficos y geográficos.
Meta rechaza las acusaciones de su juicio
La empresa tecnológica ha negado contundentemente las afirmaciones de la FTC y sostiene que sus adquisiciones fueron legales y supervisadas en su momento. Desde su punto de vista, impedir estas operaciones años después sentaría un peligroso precedente para otras compañías del sector que buscan expandirse a través de compras estratégicas.
Meta defiende que tanto Instagram como WhatsApp florecieron gracias al respaldo económico y tecnológico aportado desde su integración en la compañía. Para argumentar su postura, apunta que ambas apps siguen operando con relativa independencia. Además, han seguido desarrollándose con sus propias hojas de ruta, sin haber sido absorbidas por completo a nivel funcional.
Contexto político y regulatorio cambiante
Este nuevo juicio se produce en un momento en el que las autoridades estadounidenses buscan con más firmeza controlar el poder de las grandes tecnológicas. La administración actual ha expresado en múltiples ocasiones su preocupación por el dominio de unas pocas empresas en sectores clave. Entre ellos el de las redes sociales y la mensajería instantánea.
A nivel mundial, también hay movimientos similares por parte de la Unión Europea y otras jurisdicciones, en las que Meta ha enfrentado sanciones por temas relacionados con la privacidad, la competencia o la moderación de contenido. Esto refleja un cambio de paradigma respecto a la actitud más permisiva de años anteriores.
¿Qué podría ocurrir si Meta pierde el juicio?
En caso de perder el juicio, Meta tendría que llevar a cabo un proceso de desinversión complejo y delicado, que implicaría separarse de estos activos. Esto incluiría la creación de estructuras empresariales independientes para Instagram y WhatsApp, el traspaso de tecnologías compartidas y la renegociación de acuerdos con terceros.
Expertos legales estiman que el proceso podría extenderse durante años y abrir una nueva etapa en la relación entre las grandes tecnológicas y los reguladores. También se espera que otras firmas como Google, Amazon o Apple observen de cerca este caso, ya que podría sentar jurisprudencia para situaciones similares en el futuro.
Mientras tanto, el juicio se plantea como un campo de batalla clave para definir cómo se entenderá la libre competencia en la era digital. Habrá que esperar a cómo evoluciona el litigio y qué argumentos logran imponerse en un entorno cada vez más sensible al poder que ejercen las plataformas tecnológicas sobre millones de personas.
La celebración de este nuevo juicio marca un punto de inflexión no solo para Meta, sino para todo el ecosistema digital. Las decisiones que se tomen en este proceso podrían redefinir el modelo de negocio de las redes sociales e imponer límites. Es, por tanto, una oportunidad para reequilibrar las relaciones entre usuarios, empresas y reguladores en un entorno que cambia constantemente.