La tendencia en el mercado de los procesadores está cambiando, y mucho. Los tiempos en que los fabricantes más importantes utilizaban de forma exclusiva SoC de compañías como por ejemplo Qualcomm parece que están quedando en el olvido. Así, estas buscan tener un mayor control a la hora de lanzar sus teléfonos y tablets, como bien demuestran fabricantes como Samsung con sus Exynos. Pues bien, parece que Sony puede emprender el mismo camino.
Y esta sería una noticia muy importante, ya que la compañía japonesa con este movimiento se asegura una independencia mucho mayor de terceros, lo es importante ya que le permitiría prevenir problemas como los ocurridos con el Snapdragon 810 y su sobrecalentamiento (y, esto, justo sería lo que habría llevado a Sony a tomar la decisión de diseñar sus propios procesadores).
Eso sí, la forma de trabajar sería más parecida a la de Huawei y sus Kirin, ya que no se buscaría tener sus propias líneas de montaje y ensamblado, y se recurría a los fabricantes de chips ya existentes para obtener sus productos con las particularidades que estos tuvieran -y que se adaptarían para potenciar apartados claves para Sony-. Si esto sucede, hablamos de una decisión similar a la de LG que ya ha dado el paso y está en pleno proceso de desarrollo. Y, por extensión, serían muy malas noticias para Qualcomm, ya que vería reducido su mercado una vez más (no hay que olvidar la resta que constantemente hace MediaTek de este).
Posibles fechas
Las primeras unidades que fabricaría Sony llegarían en el año 2016, pero su desembarco definitivo al mercado en los modelos más destacados de la compañía se produciría en 2017 (en un primer momento se harían pruebas en dispositivos menores). Estas fechas son lógicas, ya que la creación de procesadores no es un tema sencillo y, por lo tanto, es necesario un proceso cuidado para conseguir componentes fiables. Pero la intención es lo que importa, ya que demuestra que Sony sigue apostando por los dispositivos móviles -como ya apuntamos con la construcción de una nueva fábrica-.
Según las informaciones que se tienen, la compañía ya habría conseguido un grupo de desarrolladores para la creación de sus propios chips, por lo que el trabajo habría comenzado. Ahora está por ver si consigue de forma rápida ponerse al nivel de sus competidores, aunque esto es algo que podría llevar su tiempo. Pero lo cierto es que evolucionar de forma independiente tiene muchos aspectos positivos, como el mayor control del rendimiento o el poder gestionar mejor los costes de fabricación.
Toda una tendencia
El caso es que el mercado de los procesadores está cambiando, y está muy claro que como demuestra la intención de Sony los grandes fabricantes desean conseguir un mayor control de lo que hacen, pero siempre manteniendo una compatibilidad completa con las arquitecturas actuales y, por extensión, con Android. Así, parece que ARM es una de las grandes beneficiadas, ya que su negocio licenciatario se diversifica.
Por el contrario, compañías como Qualcomm pueden sufrir un retroceso en sus ventas si esto se confirma, ya que la competencia cada vez es mayor y las compras de sus procesadores se reducirían poco a poco. Por lo tanto, la esperanza para este fabricante es el mantener el nivel de suministro a ensambladores asiáticos y que la capacidad de fabricación de los “grandes” no sea muy potente y, así, necesiten de su ayuda. ¿Qué opináis de la posible decisión de Sony?